Las-hermanas-enfadadasTípica historia de caracteres contrapuestos, en este caso dos hermanas, que tendrán que arreglárselas para coexistir sin que corra la sangre. La mayor (Isabelle Huppert) es una pija desalmada que esquiva el contacto humano y los sentimientos con el mismo ímpetu con que los gatos rehuyen el agua. Su vida, tan burguesa como vacía, no vale la pena y ella lo sabe. La hermana menor (Catherine Frot) es ingenua, soñadora, creativa y un tanto paleta. Una se aferra a su círculo de amistades parisino para olvidar sus vergonzosos orígenes rurales. A la otra eso no podría importarle menos, y casi hace gala de su provincianismo.

A pesar de que Alexandra Leclére recurre una y otra vez a los estereotipos, su película tiene un innegable poso de mala uva que la hace destacar sobre otras comedias de parecidos mimbres argumentales. Tener a la Huppert con su permanente rictus de asco y desprecio, y la habitual misantropía de su personaje fetiche es apostar a caballo ganador, claro. Todos los tópicos quedan en un segundo plano ante los arrebatos de hija de perra redomada de la musa de Chabrol . Sigue siendo la reina del mal rollo, y en «Las hermanas enfadadas» reclama su trono una vez más. Que sea por muchos años.