Domar el monstruo de la vanidad para cardar la lana y que otros recojan la fama: No es fácil. Pero tipos como Enrique Rubio lo consiguen y hacen de ello un aceptable modus vivendi. Escribe los libros que a ti te gusta leer, pero no los firma. Los vende al mejor postor. No es nada personal, son sólo negocios. Dice que la verdadera inspiración se la guarda para esas novelas que sí firma, Tania con i (Áncora y Delfín, 2011), Tengo una pistola (Booket Logista, 2009). Dice que, de todas formas, nunca firmaría los libros que escribe para otros. Y hay que creerle. (Seguir leyendo)