Si el espíritu del 77, el espíritu del punk, encontró sus cimientos en la máxima “hazlo tú mismo”, entonces nuestro protagonista, Javier Jorge (Jota, para los amigos), es el perfecto discípulo de aquel modus operandi. Incluso aunque su primera novela, La última raya, puro costumbrismo noctámbulo y canalla, no tienda en principio puentes sinápticos con Johnny Rotten y compañía, la manera en que J.J. ha irrumpido en el circuito literario anuncia, como en su día los amigos de las crestas y los imperdibles, la extinción de los dinosaurios. Harto de recibir portazos editoriales en las narices, este ex-redactor de Telecinco, puso la historia de su sociopático Rubén sobre la mesa y se encomendó al pajarito blanco que todo lo ve. ¿Resultado? 5.000 ejemplares vendidos. Un rotundo corte de mangas a ciertos intermediarios que ahora ponen sus barbas a remojar.
45.000 seguidores en Twitter en un tiempo récord. ¿Cuál es el secreto? ¡Tiene más seguidores que lectores!
Para mí el contacto con los lectores mediante las redes sociales es importantísimo, vital. La última raya no sería lo que es sin la existencia de estas redes, eso lo tengo claro. Las formas de hacer llegar contenidos están cambiando y en el mundo del libro también, a pesar de que las grandes editoriales a día de hoy todavía no se han dado cuenta. Todos aquellos que fuimos rechazados por editoriales ahora podemos ofrecer nuestras novelas a millones de lectores de todo el planeta. Ese es mi mercado. Millones de lectores a los que les puedo hacer llegar La última raya en segundos gracias a las redes sociales. Yo ofrezco gratis en mi web, en Twitter y Facebook, el primer capítulo, 36 páginas para conocer la historia y el estilo. Yo no engaño a nadie. Te doy mi libro para que lo pruebes. La gran mayoría de los lectores que prueban la página 1, quedan atrapados y necesitan comprarlo para seguir leyendo. Los lectores me envían sus opiniones, sus dudas, comentamos las lecturas, me preguntan en qué librerías conseguir la novela, me piden dedicatorias tras hacer la compra en la tienda online. El boca a boca en redes sociales ha conseguido que La última raya se convierta en un fenómeno y ha pasado de ser una novela autoeditada desconocida a ser la novela autoeditada más vendida de España con 5.000 ejemplares (en papel por supuesto) de momento. Por cierto, no creo que tenga más seguidores que lectores. Tengo más seguidores que compradores, pero no que lectores.
Sus personajes no parecen de los que leen demasiado. Es más, puede que el lector medio sea exactamente lo opuesto a alguien como su Rubén. ¿Qué buscan los lectores en ‘La última raya’? ¿Hay algo de curiosidad antropológica?
“Tengo 26 años y jamás he leído un libro”. “Estoy alucinando, mi novio que nunca lee se ha enganchado a La última raya, no puede dejar de leer”. Son una muestra del tipo de comentarios que me llegan a diario… He escrito el libro que siempre quise leer y nunca encontré. He escrito una historia desde las entrañas, sin miedo, conectando al lector con ese ser sucio, oscuro y salvaje que todos y todas tenemos y que todos y todas tratamos de esconder a diario. Quienes leen la novela, se acaban reconociendo en Rubén, tanto lectores como lectoras empatizan con él, reconocen a una persona de carne y hueso como ellos, con una mente enferma, como la suya, que dice una cosa cuando en realidad piensa otra bien distinta. Algo que todos hacemos a diario. Y esta conexión les hace volar de su mano durante las 250 páginas. He utilizado una serie de “herramientas” para lograr uno de los objetivos que me marqué, hacer beber a los abstemios, hacer leer a los que nunca supieron que es comenzar una novela. No quería escribir sólo para “los lectores medios”. La última raya es entretenimiento. Sin más. Es una novela de amor, sexo, drogas, miedos, amistad, familia… que cuenta una historia muy cercana que le podría ocurrir a cualquiera. Por eso desde la primera página los lectores creen conocer al protagonista de toda la vida. Está escrita con un estilo muy personal y con una jerga callejera conocida por todos que página a página te lleva hasta el final casi sin darte cuenta. Mucha gente dice que se te olvida que estás leyendo, que es como si vieras una película, porque es muy real. Stephen King dice que sus libros son el equivalente a un Big Mac con una gran ración de patatas fritas. Yo también. No lo llames si no quieres literatura, llámalo entretenimiento de calidad.
En la novela habla por boca de ese Rubén que mencionábamos. Él nos narra la historia. Me pregunto, ¿escribiría Rubén un libro? ¿Pensó en esta paradoja?
Te garantizo que Rubén podría haber escrito La última raya. Nadie más podría haberla escrito, pero Rubén si, él podría haberlo hecho.
Algunos parecen escandalizados por el lenguaje que utiliza en el libro. Esto en la época de Bukowski quizá fuera entendible pero, ¿en 2014? ¿Seguimos asustándonos por leer “polla” o “coño”?
Yo no decidí contar la historia con este lenguaje, sencillamente salían las palabras una detrás de otra. Una de las claves a la hora de escribir es hacerlo sin pensar en nadie. Ni en tu padre, ni en tu madre, ni en tu pareja. Porque si lo haces coartas tu libertad de decir las cosas como sabes que las tienes que decir para que la historia funcione. Creo que tenía que ser valiente para contar esta historia con este lenguaje, creando mi propio estilo literario y desnudando ese animal que todos escondemos. Pienso que estas son algunas de las claves del éxito de La última raya. Los lectores olvidan que leen y la viven como si un colega les estuviera contando su historia sentado en el banco de un parque cualquiera mientras fuman unos cigarrillos.
¿A quién ha cabreado más ‘La última raya’, a otros escritores (por aquello del “deporte nacional”) o a algunos colectivos feministas?
No tengo relación con otros escritores. Y a la mayoría de mujeres les fascina La última raya. Les encanta Rubén porque es humano. Porque llegan a entender por qué piensa y actúa como lo hace y porque en el fondo, no todas, pero muchas de las lectoras, se lo querrían follar. Es algo muy natural. Es parte del instinto animal que las mujeres también tratan de esconder por decoro.
Cuando lo rechazaba una editorial tras otra, ¿qué pegas ponían a su novela? Si es que se dignaban a dar algún tipo de explicación…
A los tres o cuatro meses como muy pronto te enviaban una carta dándote las gracias por confiar en ellos a la hora de dejarles tu novela para que la leyeran, pero “en estos momentos su novela no encaja en nuestra editorial”, decían en sus cartas. Ahora algunas de estas editoriales, tras el éxito de ventas de la novela y su repercusión en redes sociales, tienen claro que es una apuesta segura y se han puesto en contacto conmigo interesándose por ella. Deben pensar: si este tío, él solo, vende lo que vende, ¿qué no venderíamos nosotros accionando la palanca de nuestra gran maquinaria promocional y de distribución? Apuesto a que ni siquiera saben que la tuvieron meses en uno de sus cajones y no se dignaron ni a leerla.
Hace poco leí que ciertas editoriales cobran a los escritores de 2.000 a 3.000 euros por publicar sus novelas. Les ofrecen el oro y el moro. Después guardan el libro en un cajón. Se raja de las corruptelas y el mamoneo en la televisión o en el mundo de la música. ¿Algo huele a podrido también en el negocio editorial?
Hijos de puta hay en todas partes y parece que algunos que no tienen nada que ver con el mundo de los libros, viendo la cantidad de gente que de repente escribe y quiere publicar se han apuntado al carro, montando una editorial ficticia para tomar el pelo a unos cuantos ilusos que se dejan llevar por sus sueños como si fueran niños. Hay mucha gente que juega con las ilusiones de otros para lucrarse pero también hay mucho incauto. El negocio editorial como todos los negocios que mueven millones de euros está podrido, pero no creo que sea por este motivo…
Pérez-Reverte y Javier Marías llaman chorizos a los que se descargan sus libros por la patilla. ¿Se suma a ellos?
Por supuesto. Si entras a una frutería y te llevas 5 kilos de naranjas sin pagarlas, ¿estás robando? Si te vas de la carnicería con las chuletas y las butifarras sin pagarlas, ¿estás robando? Si te llevas mi libro sin pagarlo ¿estás robando? La cultura gratis existe y siempre ha existido, y se llama biblioteca. Cuando algún o alguna descarada me pregunta por Twitter dónde pueden descargarse el pdf de mi novela les pregunto qué servicio me ofrecen a cambio. Al principio les cuesta pillarlo y cuando por fin caen en la cuenta se escandalizan… Así estamos, como dijo Bukowski, a veces pienso que esta sociedad que hemos formado es como si la mereciésemos.
Recuerdo cuando la gente empezó a descargar música de eMule y similares y los gurús del ‘todo gratis’ hablaban de los beneficios que eso tendría para los músicos en forma de promoción y conciertos. ¿Qué beneficio saca un escritor del que se piratea su obra? ¿Sabe usted tocar algún instrumento?
Es cierto que el Gobierno no hace nada por luchar contra la piratería en España. Entiendo que como nuestros políticos son gente que no consumen cultura no son capaces de ver el problema y si algún día necesitan algo ya se sienten cómodos en el papel de piratas. Tú te quedas con mi libro y yo me quedo con tu tiempo, es lo que pienso cuando me encuentro un pirata por la red. Al que me roba un eBook y se queda con mi obra sin pagarla trato de hacer que me lo pague con su energía y con su tiempo. Se sienten halagados de hablar con el autor de ese libro que les fascinó. Les doy cuerda para que trabajen para mí, que me den su tiempo y su energía a cambio de nada, recomendando mi novela por sus redes sociales, acercando mi novela a sus amigos, y haciendo crecer la comunidad de lectores y fans de La última raya por todo el mundo. Cuando tienes un ejército de piratas trabajando para ti por la cara, los resultados de ventas se ven seriamente incrementados. Ni que decir tiene que el trato que dispenso a mis lectores nada tiene que ver con el que doy a esta gente.
De cara a una segunda novela, ¿ofrecerá a sus lectores lo que quieren, es decir, ‘La última raya 2’, o no los tendrá en cuenta? ¿Podrá aislarse del éxito?
Cuando he escrito La última raya no he tenido a nadie en cuenta. Si hubiera pensado en mi familia, en mi entorno, no habría escrito esta novela y mucho menos de la manera que lo he hecho.
Pero entonces no había vendido 5.000 ejemplares…
Bueno, pero cuando escriba mi segunda novela te garantizo que volveré a hacerlo sin pensar en nadie. Si no fuera libre para escribir lo que quiero y como quiero sencillamente no escribiría.
Dejemos al novelista de lado por un momento, si me lo permite. Su currículum vitae dice que trabajó en ‘Aquí hay tomate’. ¿Es de los que opinan que el público ve lo que quiere y no “lo que le echan”?
Trabajé en “Aquí hay tomate”, cierto. Me lo pasé muy bien, aprendí muchas cosas, me gané bien la vida, pero ya está. No consumo esa tele. Me aburre. No me divierte y no me aporta nada. Pero sólo es televisión y está ahí para quien la quiera. En la televisión como en la vida todo vale y hay millones de personas en España que necesitan esos programas. Si en lugar de “Sálvame” dieran sólo lo que algunos entienden por buena televisión, ese público, incapaz de entender esos programas, incapaces de digerir esas programaciones, buscarían otras formas de dejar pasar el tiempo de forma absurda. Y además a veces hasta ayudan al sector editorial. Belén Esteban ha vendido más de 100.000 ejemplares de su libro, dicen. Si de esos 100.000 compradores o compradoras hay 20.000 que un día deciden abrir el libro, tal vez hasta aprendan a leer y quizás algún día decidan comprar La última raya o cualquier otro libro.
Que el Señor nos coja confesados. Dígame, ¿qué abunda más puertas adentro del mundillo de los tomates, los sálvame y compañía? ¿Las ‘rayas’, la falta de escrúpulos o la envidia?
Pongamos que en el mundo de la televisión hay un 33% de cada, como en la vida misma. En todos los sectores hay “rayas”, falta de escrúpulos y envidias. En la televisión también lógicamente, no podría ser una excepción.
¿Alguna vez tuvo delante un texto, una noticia y pensó: “con esto vamos a joderle un poco la vida a fulanito”? ¿Aun así uno sigue adelante?
No, la verdad es que no. Lo que sí que hice en alguna ocasión fue decir “con esto le voy a dar una alegría extra a mi vida”. Un día recibí un material importante y en lugar de llamar a mis directores para informarles del asunto, moví hilos, pacté con un amigo paparazzi, vendimos las fotos y cobramos una exclusiva que fue portada del Hola. La falta de escrúpulos de “los tomates” se apoderó de mí… (sonríe).
Eso, haber estado en contacto con lo que tantos consideran telebasura, ¿complica que lo tomen a uno en serio dentro de la hermandad de la Olivetti?
Nadie me ha hecho jamás un comentario al respecto.
¿Y qué hay del libro de Jorge Javier Vázquez? ¿Lo ha leído?
Jorge Javier escribe muy, muy bien. He leído dos párrafos del libro de Jorge Javier en una mesa de una librería. Jorge Javier no escribe así, repito Jorge Javier escribe muy bien. Si Belén Esteban o él defecaran y en lugar de libros vendieran sus heces en las librerías venderían tantos miles de mierdas como libros han vendido. Si algún día Jorge Javier decide escribir algo serio obviamente no será para su público televisivo.
Déjeme hacerle una reflexión: si resulta que Jorge Javier es un gran escritor, que tiene talento, que es brillante, ¿entonces lo que hace cada tarde y cada viernes por la noche es un ejercicio de cinismo?
En la tele es un currante que se gana la vida estupendamente, generando beneficios a la empresa que le paga y a los anunciantes que venden sus productos en sus franjas a todos esos millones de españoles que consumen sus servicios. Va de frente y no engaña a nadie, sabes lo que te ofrece. Es mucho más digno el trabajo de Jorge Javier que el de, por ejemplo, director de oficina de una caja o banco en un barrio obrero. Estos atracadores son mucho más dañinos para España. Han robado de tú a tú, engañando a la cara, estafando a nuestros mayores y ahí siguen en sus oficinas sin ni tan siquiera ser juzgados, ni encarcelados. No me dedico a la televisión, ni soy amigo de Jorge, no es demagogia, es una realidad que no me explico.
De un gurú a otro: sigue a Paulho Coelho. ¿Qué tipo de referente es Coelho para usted? ¿Vital? ¿Literario? ¿Filosófico?
Me encantan las frases célebres. Desde Aristóteles o Platón a Oscar Wilde, Winston Churchill, Bernard Shaw, Dale Carnegie, Napoleon Hill, Groucho Marx, Woody Allen o Paulo Coelho, porque resumen el pensamiento de la humanidad. En ocasiones te hacen ver cosas, que si no las lees no les prestas atención. Es así de sencillo. Si analizas la mayoría de frases de Coelho, verás que guardan un importante paralelismo con los grandes pensadores de la historia. Lo que él dice, ya lo dijeron Sócrates, Homero. Si leemos una frase de uno de estos nos parece bien, pero si la leemos de Coelho es una puta mierda. ¡Si te está diciendo lo mismo! De la literatura pienso como de la televisión. Hay libros para todos los públicos y si Paulo Coelho vende millones de libros es porque escribe historias que gustan a millones de personas, sin más, sin trampas. Me repatean aquellos que van de intelectuales defenestrando a ciertos autores o a los lectores de estos autores. Me pregunto: ¿quién eres tú para juzgar nada ni a nadie? ¿qué has hecho? ¿con quién has empatado para decirme a mí lo que está bien o está mal? Para mí lo importante no es vivir toda la vida, sino crear cosas que sí lo hagan. Bukowski, Wilde, Dalí, Waarhol, Kurt Cobain, Michael Jackson, Paulo Coelho y yo somos de los que creamos cosas para hacer disfrutar, y cuando pasen los años ahí seguirán nuestras obras. Es lo que tiene la creación, que perdura en el tiempo. Estos frustrados que sólo critican para sentirse importantes, para hacer creer que son más listos que nadie, un día habrán muerto y habrán desaparecido sin dejar rastro de su existencia. Podrían ni tan siquiera haber nacido. Se fueron sin dejar rastro.
Ahora usted mismo puede convertirse en gurú para sus lectores y seguidores. ¿Cuál sería el primer mandamiento de Javier Jorge a sus discípulos?
No hay mayor tiranía que dejar de luchar por tus sueños por miedo a lo que dirán aquellos que te importan una mierda.
Javier Jorge, el triunfo de la voluntad.
EC, abril 2014.