IMG_0797-e1331290743732_b-e1358254172407Aunque dice esperar con ganas su salto a la gran pantalla, Irene Arcos no oculta (ni puede ocultar) su pasión por las tablas del teatro. La adrenalina del escenario, el contacto directo con el público, la sensación de que cada noche, cada función, subes ahí arriba como si fuera la primera vez, se antojan drogas demasiado duras como para renunciar a ellas incluso aunque Arcos sea ya rostro habitual en las series patrias (‘Hispania’, ‘Sin tetas no hay paraíso’, ‘Hospital Central’) y, como todo actor que se precie, afronte con ilusión cada nuevo proyecto, sea por aire, mar o tierra. Pero el teatro, por ahora, gana la partida, y por eso anda presentando desde el mes de mayo y hasta el 15 de julio la comedia vodevilesca ‘La Caja’ en el Teatro Lara de Madrid. Junto a un nutrido elenco de jóvenes intérpretes y con texto del reputado Clément Michel -adaptado para el público español por Beatriz Santana y Gabriel Olivares-, retrata una de las experiencias más traumáticas que el ser humano moderno conoce: la mudanza. Ahora dispongámonos a tomar un trago bastante menos estresante: un intercambio de cavilaciones con Irene. 

¿Cómo acaba una Licenciada en Comunicación Audiovisual haciendo vodevil?
Siempre me ha gustado la interpretación; desde niña en el colegio hacía teatro, pero lo cierto es que también me gustaba estar detrás, el poder contar historias, toda la parte técnica, la fotografía… A la hora de decidir opté por Comunicación Audiovisual, que toca un poquito todo. Y así fue, trabajé un poco de todo en este mundillo,  desde cámara a auxiliar de producción. El gusanillo de la interpretación nunca lo perdí. Al contrario, a veces tienes que ponerte en el otro lado para darte cuenta de qué es lo que realmente quieres. 

La vida es sueño, decía Calderón… Y en esto de la interpretación, ¿qué es más ‘sueño’ y qué es más ‘vida’? ¿Teatro? ¿Cine? ¿Tele?
Son lenguajes diferentes donde se trabaja de forma diferente para conseguir un mismo objetivo: llegar al espectador. El teatro es en tiempo real, a toma única, y esa sensación de saltar sin red a mi personalmente me encanta. A la hora de interpretar lo que nos sirve en cine o en tele, en teatro no suele funcionar, se queda pequeño. En la parte audiovisual podemos permitirnos jugar más con la mirada, la expresión del rostro. Lo pequeño se hace grande y es maravilloso poder trabajar ese lado. En teatro es el cuerpo y la proyección de la voz lo que adquiere una mayor relevancia y hace que podamos llegar a traspasar la frontera que nos separa del espectador. 

‘La Caja’, la obra que tienes ahora mismo en cartel, habla de una mudanza y sus circunstancias (o sus miserias). ¿Qué es lo que nos descoloca tanto en las mudanzas? ¿Tú has sido muy nómada?
Yo creo que es el enfrentarnos al cambio de una manera tan directa lo que nos descoloca tanto en las mudanzas. A parte de la cantidad de cosas que podemos llegar a almacenar en casa sin darnos cuenta. Yo he cambiado de casa en dos ocasiones; para ambas mudanzas conté con la ayuda de los amigos, incluso en la última, cuando había que subir todas las cajas y muebles a un quinto sin ascensor. Desde entonces cada vez que un amigo tiene que hacer mudanza yo estoy abonada indiscutiblemente. ¡Se ganaron ese derecho! 

Una de las peculiaridades de ‘La Caja’ es que todos, o casi todos, interpretáis a más de un personaje. El reparto cambia de un día para otro. ¿Cómo se cambia uno de piel tan rápido? ¡Es la pesadilla de Johnny Depp!
Somos doble elenco y algunos de nosotros tenemos más de un  personaje. Yo tengo dos, Katia y Marina, que comparto con las actrices Leticia Etala y Mar del Hoyo. Poder trabajar dos personajes en una misma obra es un lujazo, son personajes muy diferentes, a cada cual mas divertido de interpretar. Supongo que de alguna manera el tener dos personajes te ayuda más a ver y comprender la obra en su totalidad. 

Entre tú y yo, ¿cuántas veces piensas: “a esa la interpreto yo mucho mejor”?
(Risas) En plan “Eva al desnudo”, ¿no? Si te soy sincera lo mejor de este proyecto ha sido, sin duda, el trabajo de elenco que hemos realizado. La mayoría de nosotros nunca había trabajado con doble reparto, y creo que lo hemos hecho de la mejor forma posible, la más sana: trabajando juntos. Los personajes que hemos creado son un reflejo del trabajo común, cada uno ha ido aportando su granito de arena para darles cuerpo. Es curioso, porque, sin darnos cuenta, el ego ha sufrido una especia de metamorfosis a favor del grupo más que de uno mismo, y poder sentir ese respaldo con las personas con las que te subes al escenario es maravilloso. Y por desgracia no siempre pasa. 

Servidor se quedó en Strasberg y Stanislavski, ¿me explicas lo del método Suzuki?
Yo hasta hace relativamente poco tampoco conocía este método, la verdad. Fue el director de la obra, Gabriel Olivares, quien me lo dio a conocer. Desde hace cosa de un año llevo entrenando con él esta disciplina en el Teatrolab,  taller de investigación y creación. El Suzuki es un método de entrenamiento actoral contemporáneo que se utiliza sobre todo para el teatro. Fue creado por el director japonés Tadashi Suzuki y consiste en una serie de movimientos que bien nos pueden recordar a las artes marciales o incluso a la danza,  donde la finalidad es trabajar la presencia escénica, fortaleciendo la consciencia física y la concentración. 

En cierta ocasión, a la pregunta de qué necesitaba para hacer una determinada película, Mastroianni respondió: “¿en el sitio que vamos a rodar hay mujeres bonitas y buen vino? Pues ya está.”. ¿Se tiraba el rollo el gran Marcelo o realmente hay quienes no necesitan de métodos ni técnicas?
Por supuesto que  hay gente que tiene un don especial para esto. Cada uno tiene su método. Incluso los que no lo tienen, lo tienen. En estas cuestiones de si es necesario o no estudiar, o entrenar, yo respeto todo tipo de opiniones, a fin de cuentas cada uno intenta hacer su trabajo de la mejor forma posible y el resultado ahí esta. A mí personalmente me gusta pensar que esta profesión se asemeja al deporte, en el sentido de que por muy buen atleta que seas si no corres, si no entrenas, nunca superarás tu marca. 

Hay ciertos actores cuyas identidades nunca terminan de enterrarse bajo la piel de un personaje. Siempre ves a Al Pacino, a Ricardo Darín, a Meryl Streep… No importa lo que hagan. ¿De qué hablamos aquí? ¿Sobreexposición? ¿Carisma? ¿Es una virtud o puede llegar a ser un hándicap?
Como con todo en esta vida,  realmente  conseguir tener un sello propio, una identidad única, ese ‘no sé qué’ que te hace diferenciarte del resto estés donde estés, es realmente complicado, y ellos lo tienen,  del mismo modo que lo puede tener un pintor, un cantante o un diseñador. Hagan lo que hagan, aún pasándose a otros estilos, siempre se puede reconocer su huella. A veces te gustarán unos trabajos más que otros,  pero tener ‘eso’ para mí es una virtud. Luego por supuesto hay que saber jugarlo para que el personaje no quede escondido y desdibujado detrás del actor. 

¿Existe, entonces, el histrionismo ‘bueno’ e histrionismo ‘malo’?
No sé si bueno o malo, pero sin duda está el que funciona y el que no. Supongo que en cierta medida eso viene dado por el tono de la obra o la película. Hay veces que el actor trabaja cosas que quedan fuera del tono global de la obra, y al final su trabajo acaba rechinando un poco (o un mucho). 

Volviendo a ‘La Caja’, cuando se adapta al público de otro país una obra de éxito, ¿se intenta no tocar demasiadas cosas?
La adaptación de la obra la han hecho Beatriz Santana y el propio Gabriel Olivares. Se ha intentado respetar al máximo el texto de Clément Michel, si bien es cierto que se ha tenido que modificar algún chiste que en Francia seguro que funcionaba, pero que aquí no se hubiese entendido. 

¿Ha llegado Michel a ver vuestra versión?
De momento no ha venido. Está al tanto de todo lo que hacemos y nos muestra su apoyo. Ahora, además, se acaba de estrenar otra obra suya en la cartelera madrileña dirigida también por Gabriel Olivares,  “Una semana nada mas”. Así que cuando venga podrá disfrutar de las dos. 

En tiempos en los que la gente no paga por la música, ni por las películas –pronto ni siquiera por los libros-, y que se descargan series enteras con sólo guiñar un ojo… ¿En qué lugar queda el teatro? Es junto a, quizá, las artes plásticas, lo único no ‘pirateable’… ¿Eso le garantiza la inmortalidad?
Hoy en día, tal como están las cosas, la inmortalidad no te lo garantiza nada. La subida del 21% de IVA es un freno indiscutible. Por suerte, y para pode salir vivos de esta,  muchos teatros lanzan promociones, bajan los precios… Los actores, directores y demás nos estamos organizando en asociaciones o cooperativas donde el sueldo se cede en Pro del proyecto, todo para poder dar luz verde a los proyectos. El teatro es de las artes más antiguas y como tú dices,  no se puede encerrar en ningún formato, es cierto que no se puede piratear, pero el teatro tiene sentido porque existe esa ‘cuarta pared’, ese público que viene a ver la obra y sin él la experiencia teatral no tiene ningún sentido, no existe. 

Una actriz preparada, versátil, que gusta a la cámara y, lo más importante, con talento versus una modelo-venida-a-cantante-venida-a-actriz que (dice que) estudió un par de meses en el Actor’s Studio, también guapa, pero con talento subcero. ¿Qué demonios le pasa a la industria para que sea la segunda la que más posibilidades tiene de triunfar? Creo que podemos ahorrarnos los ejemplos…
En esto yo no soy de los ‘ortodoxos’ que consideran que los que vienen de otros campos forman parte de ese ‘intrusismo laboral’ , que tanto suele molestar. A mí me da igual si la que viene o el que viene es cantante o modelo, hijo de tal o de cual. Si funciona, funciona y punto, y olé por él o ella. Para mí el problema es cuando sólo interesa un canon, cuando veas lo que veas siempre encuentras lo mismo, cuando los directores de castings, los productores de las cadenas o los propios directores no arriesgan. Por otro lado, en esta profesión, y en la sociedad en general,  hay una  presión sobre las mujeres tremenda. Es como si no se nos dejase envejecer, chicas de veinte que interpretan papeles de treinta, las de treinta los de cuarenta… Así ves grandes actrices con muchísimo talento que sucumben a esa presión  y se ponen caras extrañísimas, infladas de bótox y demás historias. 

Repasando tu currículum se diría que tus prioridades son el teatro y la televisión, aunque no sé si en realidad es algo circunstancial. Las cosas vienen como vienen… En cualquier caso, con todas las películas que se hacen, ahora incluso para ser distribuidas sólo por internet, me extrañaría mucho que no tuvieras o hubieras tenido encima de la mesa proyectos en cine. ¿Prefieres elegirlos con cuidado?
A veces uno puede elegir y otras veces no. Por desgracia la situación que tenemos está ahogando la producción cinematográfica de este país, hacer una película se ha convertido en una especie de misión imposible, pero las ideas no entienden de dinero, y sí es verdad que están apareciendo valientes y talentosos realizadores que con dos duros hacen una película, utilizando las nuevas plataformas tecnológicas para distribuirlas. He tenido proyectos en cine pero al final no se han llevado a cabo,  es mi asignatura pendiente y espero poder quitarme esa espinita dentro de poco. 

En Hollywood el buen cine ahora se hace en la televisión, o eso dicen. Las series dominan el mercado. ¿En España cómo estaría la ‘proporción’ entre tele y cine? Cuando ves series gringas, habiendo tú participado en unas cuantas series españolas, ¿cuál dirías que es la diferencia? ¿Sólo el vil metal?
Ahora se están haciendo muy buenas series y ‘tv movies’ en España, donde se cuidan muchos aspectos como la fotografía, el vestuario o el maquillaje. La tendencia es ir cada vez a mejor, siguiendo la estela de las series de fuera. Yo he tenido la suerte de participar en series con muy buena factura. La diferencia… evidentemente con más dinero los acabados son mejores, pero hay algo más; de alguna manera parece que tienen una mayor libertad a la hora de llevar a cabo los proyectos. Yo creo que es porque corren más riesgos, rompen más los patrones,  por así decirlo, y eso es algo que aquí cuesta mucho arrancar. “Quien no arriesga, no gana”, ya sabes. 

Creo que eso es todo, ¡y no es poco! Pero hemos empezado con aquello de que la vida es sueño, y los sueños, sueños son… Así que no hablemos de planes de futuro, sino de sueños. ¿Cuál es el giro soñado en la carrera de Irene Arcos?
Sueño con que al girar la esquina, siga teniendo trabajo, que siga teniendo proyectos, que pueda llevarlos a cabo… y , claro está, ¡estrenarme en el cine!