La cantante norteamericana Eilen Jewell continúa con su periplo europeo después de dejar un gran sabor de boca en sus fechas españolas. Simpática y destilando carisma, su potente voz dejó impresionados a cuantos la acompañaron a ella y a su sólido grupo en los escenarios ibéricos. Rock’n’Roll, Surf, Jazz, Country y cualquier otro ingrediente clásico forman parte de la coctelera que cada noche agita con elegancia una mujer cuyos pasos vale la pena seguir fervorosamente. Eilen promete nuevo trabajo para el año que viene, y responde a nuestras grotescas preguntas con gracia y donaire.
Eso es lo que la Wikipedia española dice de ti: “Eilen Jewell es una cantautora americana conocida por su juventud, su talento musical y su actitud rebelde”. ¿Algo que añadir? ¡O que quitar!
Creo que en algún momento tendremos que quitar lo de la juventud. (Risas). Pero la juventud está sobrevalorada, de todas formas. (Risas) La verdad es que nunca sé cómo describirme a mí misma. ¿Significa eso que no me conozco bien a mí misma? Quizá uno llegue a conocerse mejor con la edad, y en ese caso tal vez un día sustituyamos lo de la juventud por “una artista que se conoce a sí misma”.
En tu último álbum, te proclamas “Reina del acorde menor”. Eso es una declaración bastante rotunda. ¿Cuáles son tus virtudes para reclamar dicho trono?
El nombre no viene de ninguna virtud, sino más bien de un insulto. Un músico amigo mío me presentó una noche en el escenario después de estar burlándose de mí por escribir tantas canciones de sonido espectral. Dijo “Damas y caballeros, la Reina del Acorde Menor, Eilen Jewell”. Al principio estaba avergonzada, y por un segundo o dos pensé en escribir canciones felices en acorde mayor, pero enseguida decidí seguir haciendo lo que hago, sin justificaciones.
En tu opinión, ¿cuáles fueron las anteriores Reinas o Reyes del Acorde Menor? ¿Hay un trono del Acorde Mayor, por cierto?
No creo que hubiera nadie antes, por lo menos que yo sepa. Roy Orbison tenía algunas grandes canciones espectrales. El compositor clásico Chopin también parecía preferir los acordes menores. Sus Nocturnos me llevan a considerarlo el Rey del Acorde Menor. No creo que el acorde mayor tenga un trono, porque es donde hay siempre más gente. Es más bien una calle transitada.
Ya has estado entre nosotros unas cuantas veces. Seguro que has escuchado a un buen puñado de grupos y artistas españoles, y seguro que has notado lo mucho que ha calado el rollo ‘americana’ en nuestra escena. ¿Percibes a esos grupos como algo ‘exótico’? Algo incluso contra-natura, como un torero irlandés…
Nunca me ha parecido que los grupos españoles que hacen música americana suenen forzados o ‘contra-natura’, como tú dices. Es más, ahora que lo dices, creo que los irlandeses serían unos toreros estupendos. (Risas) No creo que la nacionalidad de uno deba influir a la hora de hacer la música que quieres, sobre todo si tienes talento.
Tu último disco es de 2011. ¿Algún trabajo nuevo a la vista?
Hay novedades a la vista: espero volver al estudio a finales de este año. Creo que el el próximo proyecto consistirá otra vez en canciones originales, pues componer es un reconstituyente para mí. Ya cuento con unos cuantos temas escritos, y tengo por ahí bastantes esbozos. Estoy encantada de volver a estar en modo creativo.
Escuché tu música antes de ver imágenes tuyas, y cuando por fin las vi, no quedé nada sorprendido. ¿Te ocurre esto a menudo, o tu aspecto sorprende a tu nuevo público?
No estoy segura de que mi aspecto sorprenda a la gente, pero a menudo me cuentan que soy mucho más baja de lo que esperaban. La gente me dice que parezco mucho más alta en el escenario, y se sorprenden cuando ven que soy tan poquita cosa.
Hace poco veía un vídeo de The Highwaymen, la banda que formaron Cash, Willie Nelson, Waylon Jennings y Kristofferson, y pensé: fíjate, ahí está la realeza del country, y no tienen nada que ver con todos esos ‘rednecks’ que los idolatran. Son tolerantes, nada altivos, son gente cultivada a su manera… ¿Quizá los músicos country tienen que lidiar a menudo con un público antagonista?
Probablemente sea así. Hay mucha gente a la que le gusta el country, y les gusta por muchas razones. No todos los fans del country son rednecks. Algunos sí, otros no… El estereotipo, se refiera a los fans o a los propios músicos, no es más que eso: un estereotipo. Hay más amor al arte que a las pistolas o las Biblias en el country. Aunque tardé en darme cuenta de ello. Yo, sin ir más lejos, solía decir que no aguantaba la música country, pero en realidad lo que no me gustaba era el estereotipo. Entonces escuché a Hank Williams, descubrí el country clásico, y para nada encajaba con esa imagen redneck que tenía en mi cabeza. Me di cuenta que, como pasa con todo, había mucho más en el country de lo que presupuse en un principio.
Sucede algo peculiar en la historia de la música americana. Muchas mujeres en el country, pocas en el rock and roll. Y eso que el mundo del country no es el más abierto del mundo, precisamente. ¿Por qué crees que el público americano estuvo siempre más dispuesto a aceptar a chicas que cantasen country pero no tanto a las que hacían rock?
Con todos mis respetos, tengo que discrepar en eso de las mujeres y el rock. Hubo bandas de chicas en los 60s que hacían rock and roll y que tuvieron un éxito enorme. Antes incluso de que los Beatles o los Stones se hicieran famosos. Y tanto los Beatles como los Stones admitieron que grupos como las Ronettes, The Cookies o The Shirelles tuvieron una influencia enorme en su música. Luego tienes a Carole King o Jackie DeShannon, que escribieron un montón de hits de rock and roll. Memphis Minnie (que fue una pionera con la guitarra eléctrica), Leslie Gore, Wanda Jackson, Aretha Franklin, Diana Ross, Sister Rosetta Tharpe, Orma Thomas… Todas fueron auténticas pioneras, y hay muchísimas más. Pero, por desgracia, en Estados Unidos las mujeres de éxito siempre son muchas menos que los hombres de éxito. En casi cualquier campo. Y se les paga menos por el mismo trabajo. El mundo de la música no es una excepción, hablemos de country, música clásica o lo que sea. Ya lo dejó claro James Brown: “es un mundo de hombres”.
Los cínicos dicen que todo el mundo tiene un precio. Escuchando tu música, viendo cómo se ha desarrollado tu carrera, yo diría que, de tener un precio, el tuyo debe ser demasiado alto como para que alguien quiera pagarlo. ¿Quizá esos que dicen lo de que todos tenemos un precio es porque son ellos los que sí que tienen un precio? ¿Hay algo, en lo musical, que no harías ni por todas las riquezas del mundo?
Esa es una buena pregunta, y creo que es importante que todos los artistas se la hagan a sí mismos. La mayoría de los músicos dedican tanto tiempo y esfuerzo para poder sobrevivir que a menudo olvidan considerar que hay cosas más importantes que el éxito comercial. Y desde luego hay muchas cosas que no haría con mi música, me ofrecieran lo que me ofrecieran. Por ejemplo, hace un año y pico nos propusieron ponerle música a un anuncio que tenía que ver con cierta industria minera cuyos métodos detesto. Me asqueaba profundamente pensar que mi música pudiera estar relacionada con eso. No sacrificaría mis principios ni mis ideales, ni le pediría a mi banda que lo hiciera. Preferiría quedarme sin un duro antes que hacer algo así. De hecho, he estado sin un duro muchas veces, así que no me asusta. Soy muy cabezona para estas cosas.
¿Echas de menos los días de tocar en la calle? Seguro que tienes un par de buenas historias de aquella época.
No echo de menos la calle, para ser sincera. Pero estoy muy contenta de haberlo hecho. No creo que fuera capaz de subir a un escenario si antes no hubiera probado el agua con mis actuaciones callejeras. De todos modos, creo que ahora me aterrorizaría. De algún modo estoy más cómoda en el escenario que en cualquier calle. Pero siempre recordaré con cariño mis tiempos de gorra en el suelo. Cuando tocaba en Venice Beach, en Los Ángeles, había un tipo en mi calle que hacía malabares con motosierras. Me gustaba verle ganarse a la audiencia. Y había otro tipo, un fan llamado Rollin, que se me acercaba en bicicleta y me lanzaba pétalos de flores, para que me llovieran encima y llenaran la funda de mi guitarra. Creo que era su manera de decirme que le gustaba mi música. Eso es algo que no ocurre muy a menudo últimamente.
Te pasas media vida viajando, pero no como turista. ¿Cómo te lo tomas? No sólo las giras en sí, sino haber estado en tantos sitios y quizá no disfrutar de ellos todo lo que quisieras porque, sencillamente, a menudo llegas adonde sea hecha polvo…
Sí que me fastidia a veces no poder conocer más a fondo los lugares a los que viajo. Y otras veces lo que me fastidia es tener que dejar mi casa durante temporadas largas. Pero tiene sus contrapartidas. Por ejemplo, como músico conoces a mucha más gente que si viajaras como turista, o si no viajaras. He hecho grandes amigos por todo el mundo gracias a mi música, así que eso lo considero una bendición. Doy gracias por poder visitar sitios que ni siquiera soñé que podría conocer.
Tu grupo de gira está muy bien conjuntado, pero a veces tu música añade sabores adicionales. ¿Has pensado alguna vez en ampliar la formación?
Si me lo permite el presupuesto, me gustaría añadir un músico que tocara el pedal steel y el órgano. O quizás yo tocaría el órgano, como hice en nuestro disco “Sea of Tears”, y añadiríamos a alguien a la guitarra rítmica. O metería algo de metales. De todas maneras, nada demasiado drástico; me gusta como estamos ahora.
En tus actuaciones sueles atender peticiones. Alguna vez has rechazado alguna particularmente extravagante?
Ha habido demasiadas extravagancias como para recordarlas todas: “Free Bird”, Lady Gaga, canciones de heavy metal…
Tu música se adapta perfectamente tanto a viejos teatros como a oscuros clubs. ¿Qué prefieres? ¿Te gustan los festivales?
Últimamente tocamos en cualquier tipo de local: teatros, clubs, bares de copas, conciertos caseros, festivales… me encanta esa variedad. Nos mantiene con los pies en el suelo y con interés en lo que hacemos. Me siento tan cómoda en un festival como tocando para veinte personas en la casa de alguien, siempre que el sonido sea bueno, la audiencia sea receptiva y la gente esté disfrutando.
Siguiendo con los festivales… Creo que ya es oficial: el indie-folk ha conquistado el mundo. ¿Cómo te sientes en todos esos festivales rodeada de malos (y aburridos) imitadores de Jeff Buckley que probablemente ni sepan quién fue Woody Guthrie? ¿Alguna vez sientes que no encajas?
La verdad es que lo que pienso a menudo es que no encajo en ningún sitio. En la mayoría de los festivales me siento un poco como la oveja negra. Mientras el resto de grupos se saludan unos a otros, pasan tiempo juntos, como una gran familia, mis chicos y yo andamos por ahí como desubicados, como los feos del baile. (Risas) Pero a veces sí que tocamos en algún festival con un cartel en el que sentimos que encajamos totalmente. Anoche, sin ir más lejos, tocamos con JD McPherson, Miss Tess and The Talkbacks, Pokey LaFarge y otro buen puñado de músicos que admiro de verdad. Me dí cuenta de que aunque el tipo de música que está de moda ahora mismo no me importa nada sí que sigue habiendo músicos que conocen y respetan a los que estuvieron antes que ellos. Que los honran con su música. No son la típica flor de un día. Seguirán tocando cuando todo lo que hoy es ‘cool’ no sea más que un lejano recuerdo.
Creo que no tienes hijos. Pero, como la mayoría de las mujeres, habrás sentido la llamada de la materniadad. En caso de que fuera irrefrenable, ¿interferiría mucho con tu carrera? Puedes llamarme machista si quieres, porque desde luego no te preguntaría esto si fueras un hombre. Ya sabes, nadie le preguntó a Cash si ser padre interfería con su carrera, pero seguro que sí se lo preguntaron a June Carter… Un poco injusto, ¿no?
Es injusto, pero es así. Es un tema que nos agobia más a las mujeres que a los hombres. Por una razón muy sencilla: un hombre puede ser padre cuando quiera. Pero nosotras sólo disponemos de unos años muy concretos. Me encantan los niños, y sí, llevo escuchando la llamada de la maternidad bastante tiempo. Me encantaría ser madre algún día, pero creo que eso interferiría muchísimo con mi carrera. Soy de esas personas que se concentran en una sola cosa; no se me da bien lo de la multi-tarea. Quizá eso cambie en el futuro, pero ahora mismo mi carrera es mi vida, y no veo espacio ahí para la maternidad.
Terminemos con una ráfaga corta, pero rápida… ¡Rápido! Una película en la que tu música encaje perfectamente.
Casi cualquier película de Quentin Tarantino, pero votaría por “Kill Bill”.
Un dios impío decide que este universo tiene que elegir entre hacer desaparecer el country o el blues, y te elige para que tengas la última palabra en este sacrificio. ¿Que harías?
Me sacrificaría a mí misma, porque no querría vivir en un mundo en el que faltara cualquiera de los dos.