Miguel Costas es historia viva del rock patrio. Ya sea por sus contribuciones junto a Siniestro Total, Aerolíneas Federales o Los Feliz, Miguel ha estado ahí desde casi siempre, dándole un poco de mordiente al panorama español con su actitud inconformista y sus textos gamberros. Ahora se presenta en solitario con «Condenados a Costas», aunque conserva todas las señas de identidad y los lugares comunes que le han hecho famoso. Antes muerto que sumiso…
Llevas casi tres décadas en esto del rock and roll. Has conocido la escena española en épocas tan diferentes como los 80s, con la movida y sus consecuencias, los 90s, o estos albores del siglo XXI. Para alguien que los ha vivido desde dentro, ¿de veras están sucediendo cambios tan drásticos en la ‘industria’ como todos andan diciendo?
Las discográficas no están por la labor de la música, sino de la imagen, de la repercusión en los medios y la promoción de productos de usar y tirar; con excepciones, claro. Está por otro lado internet que da acceso a todos a exponer sus trabajos, pero es tal la avalancha que es difícil encontrar calidad. La gente acumula música en vez de escucharla y prefiere un mal sonido en mp3. En fín, un desastre tecnológico y mental.
¿Tienes una opinión formada y/o confesable sobre la eterna batalla entre SGAE vs. el resto de la sociedad?
Yo no puedo vivir de autores aunque cobrara 10 veces más de lo que cobro, y tengo más de 200 canciones editadas. En cuanto al canon, no creo que valga para compensar las descargas, pero por otro lado nos están subiendo cosas mucho más básicas, como los alimentos, y el personal no monta bronca. Parece que hoy importa mas la tele de plasma que un plato de lentejas.
También parece que se esté extendiendo una línea de pensamiento según la cual la música o el cine son formas de cultura por las que ya no hay que pagar (más que una conexión de banda ancha a internet)…
Lo que pasa es que no hay cultura, pero de ningún tipo.
Ya desde los tiempos de Siniestro Total, en tu pose, o en tu actitud (también en la de tus compañeros, obviamente), siempre ha habido una mezcla gamberro-humorística. ¿No crees que ese lado cómico o bestia en tus textos ha eclipsado más de una vez el potencial crítico, o el «mensaje» que pudiera haber en las canciones?
Yo no creo que las canciones sean cómicas, para eso ya estaba la «Charanga del tío Honorio». Luego que cada uno entienda lo que su cerebelo le dé a entender…
En «Baja el pantalón», tema de tu flamante nuevo disco, dices algo así como que ‘en los garitos ya no se puede fumar’. M ás de una vez te habrá tocado cantar eso precisamente en salas donde ya no sólo no dejan fumar, sino tampoco beber alcohol…
Dentro de poco también estará mal visto tocar en los conciertos y solo será guay en playback (Risas).
No hay duda de que «condenados a costas» tiene tu sello. Los ‘modernos’ te acusarán de no evolucionar un ápice, pero los fans estarán encantados, y uno se debe a sus fans, ¿no?
¿Qué son los modernos?… y por cierto, la evolución es para los monos. Vivimos en una sociedad donde el personal aprecia más la mala prosa que el buen tino, la farándula que lo honesto, y lo llamado correcto, que lo que es correcto de verdad. Se prefiere el engaño a la palabra y las aptitudes fingidas y la pose, que el amor a la música. Por lo tanto me es indiferente lo que opinen cuatro enterados con la mentalidad todavía no formada.
¿El hecho de que continúes en tus trece musicalmente significa también que tus gustos no han cambiado demasiado en todos estos años? Ya sabes que hay muchos artistas que, de repente, un buen día se ‘iluminan’ y dan un cambio de rumbo de padre y muy señor mío…
Yo no me ilumino, porque soy una persona muy inteligente y me sigue divirtiendo hacer música y tocarla. Para hacer paridas ya estan otros.
¿Ahora carretera y manta, o te tomas lo de girar con más calma que en tus tiempos mozos? Que en tus tiempos más mozos aún, quiero decir…
Mis tiempos mozos son ahora. ¿Dónde están las mozas? No saben que están «condenadas a costas». (Risas).