Joan-Osborne-Breakfast-in-bedÉste parece haber sido el año de los homenajes para la gran Joan Osborne. Hace unos meses editó «Pretty Little Stranger», un disco en el que se dejaba llevar por los sonidos folk y country que sin duda han marcado parte de su cancionero. Con «Breakfast in bed», sin embargo, Joan se pone por montera a la Motown, el sonido Philadelphia, a Marvin GayeAl Green y a su adorado Ray Charles, y entrega su disco «soul». La de Kentucky despacha una docena de temas propios e intercala alguna que otra versión logrando lo que sólo está a la altura de los más grandes: que los temas de cosecha propia encajen a la perfección con perlas deGladys KnigtThe Stylistics o Hall & Oates.

La Osborne tiene una voz privilegiada, tremendamente versátil. Se pasea por el groove disco («I got to use my imagination»), el desgarro blues («Ain’t no sunshine»), o el R&b más sensual («Break to make up») con la seguridad de quien ha interiorizado todas esas sonoridades, independientemente de su color de piel. Porque las raíces de Joan pueden estar en la verde Irlanda, pero su alma es negrísima -en el buen sentido- y sus cuerdas vocales hace ya mucho que se impregnaron de esa «negritud». Mientras, el resto del universo puede seguir pensando que Joan Osborne es sólo aquella chica que cantaba «One of Us». No saben lo que se pierden. Ni más ni menos que un desayuno en la cama con una diva entre divas.