Black-Snake-MoanAtracón de lugares comunes en esta cinta en la que una delgadísima y sexy hasta decir basta Christina Ricci pone cuerpo y algo más a la típica muchacha descarriada de la América profunda. Apaleada por la vida, violada por padrastros y vecinos y repudiada por las gentes «de bien». Al rescate de esta María Magdalena versión «white trash» acude Samuel L. Jackson , encarnando a un viejo bluesman desengañado, cornudo y temeroso de Dios. Personajes perdidos en ambos extremos de la balanza, uno por ser demasiado bueno, la potra por no ser tan buena, para una historia tópica de redenciones personales y salvación en la que el samaritano de turno acaba siendo salvado por el pecador. La cosa puede dar para un amplio espectro de productos, desde bodrios infumables y sensibleros que terminan con repique de campanas y banquete de perdices, hasta relatos algo más elaborados y creíbles. En el caso de «Black Snake Moan» nos quedamos en un correcto término medio. Contiene el suficiente dolor y la suficiente angustia para atraer a mentes adultas, pero le sobran unas cuantas cucharadas de miel porque, al fin y al cabo, y a pesar de llegar bajo el sello de a filial «indie» de Paramount, esto sigue siendo Hollywood.

El bagaje hasta el momento del director Craig Brewer «Hustle and Flow» ) le convertía en una auténtica incógnita. Capaz de alcanzar resultados decentes pero también de coquetear con el desastre. Si además le cuelan a Justin Timberlake en el reparto, sólo se imponía gritar un sonoro «¡¡Cuerpo a tierra!!». Pero no llega la sangre al río. Brewer maneja bien la historia con el cadencioso ritmo del blues que no para de sonar en casi ningún momento y extrae hasta la última gota de jugo de esa extraña pareja que forman la Ricci y el nigger más cool de la escena actual. La que fuese Miércoles Adams tiene, además del sambenito de heroína del cine independiente, una total predilección por los papeles marginales con un punto neurasténico, así que aquí la tenemos en su salsa, con el plus de haber encarado el trabajo más sexual de su carrera. Christina se desnuda figurada y lieteralmente. Con ello, huelga decirlo, el atractivo de este «quejido de la serpiente negra» sube muchos enteros y desde luego nos hace olvidar que hemos tenido cerca al ídolo de las niñas de 12 años haciendo como que actúa.