Al sacar la cabeza del subsuelo y mirar alrededor uno no entiende cómo es posible que precisamente en estos tiempos el ‘mainstream’ artístico esté más desconectado de la realidad social que nunca. Sencillamente, ningún cantante te contará desde la MTV o cualquier radiofórmula que el mundo se ha torcido y necesita quien lo rectifique. Pero, como cantaba Tom Waits, ‘hay todo un mundo ahí debajo’ y nuestra protagonista, Pía Tedesco, sin erigirse ni mucho menos en salvadora de nada ni de nadie, vive tan comprometida con sus canciones y su sendero de baldosas amarillas como con el tiempo que le (nos) ha tocado vivir. Desde su pequeño cabaret ambulante, que diría aquel, Pía y su ácida mirada recorren todo un mundo de sonoridades añejas, del arrabal porteño a los bajos fondos de la República de Weimar y más allá, para servir un espectáculo tan divertido como emocionante donde se dan la mano conciencia y descaro.
Acaba de empezar una gira por teatros y su próximo concierto será en el Teatro Francisco Rabal de Pinto (Madrid) el próximo sábado 9 de febrero, para clausurar la segunda edición del Festival Jazz Vocal. A Madrid le seguirán el Castillo de Íscar (Valladolid, 23 de febrero), Alicante (1 de marzo), San Pedro del Pinatar (Murcia, 2 de marzo), Aranjuez (23 de febrero), de nuevo Madrid (16 de abril), Valladolid (18 de abril), y algunas fechas más aún por confirmar. Además, durante todos los jueves de marzo Pía dará una serie de conciertos en el Café Berlín (Jacometrezo 4. Madrid), bajo el nombre de Pía y Amigos, con un dúo de músicos ( que irán cambiando en cada representación, tanto de persona como de instrumento). Una manera de recuperar las antiguas actuaciones que realizaba Pía en pequeños locales y que servirá como entreacto para su puesta de largo en la capital para la presentación de su nuevo espectáculo en el Muñoz Seca.
Argentina, afincada en España y con un apellido que significa “alemán” en italiano. ¿Se considera, como dirían en su tierra, una ‘desubicada’?
(Risas) Bueno, esa palabra se usa más que nada en Buenos Aires, y tiene otro matiz. «desubicado» allí, se le llama a alguien grosero o que no sabe estar. Pero creo que tú me preguntas si me siento «fuera de sitio». Pues… creo que todos los que buscamos ‘nuestro’ sitio, con la mayor honestidad posible, en un momento dado, nos sentimos fuera de lugar. Todo está organizado para que encajemos en un estándar, y si no es así, estás fuera. Pía Tedesco es mi nombre real, aunque en realidad tengo tres nombres y dos apellidos, me quedé con uno de cada, para que cupiese en los carteles y eso (Risas). Tengo ascendencia española, italiana, alemana, y ahora, una amiga me dice que los ‘Tedesco’ también son yugoslavos judíos… ¡así que hay una mezcla tremenda! A eso le sumas que algún indio se enrolló con algún Tedesco en Argentina, y en mi sangre, encuentras vestigios de todas las razas del planeta.
Practica el sano arte del cabaret. Pero es un arte o un concepto ambiguo. En España una ‘cabaretera’ es poco menos que una Norma Duval de segunda, en otros sitios el cabaret es algo más sofisticado, más politizado incluso… ¿Qué le atrajo del tema?
Eso me decían cuando empecé a hacer este tipo de cabaret, más conectado con la crítica, la buena música y las letras agudas y la mezcla con diversas disciplinas. En 2009, me decían «pero eso del cabaret no se lleva… no te va a ir a ver nadie» (Risas) ¡Ya ves! En España, este género se vio cercenado por la dictadura, ya que realizar cualquier tipo de crítica al sistema era peligroso para el artista (como se narra maravillosamente en muchos libros y obras, por ejemplo en «Ay, Carmela», de Sanchís Sinisterra). Así, el «cabaret» en España, se redujo a puticlub, y poco más. En los mejores casos, una especie de circo pero más subido de tono. […] Yo tomé contacto con el cabaret con las canciones en alemán que llegaron a mis manos siendo yo adolescente, las películas de Marlene Dietrich, la obra magistral de Bob Fosse, etc… Así que todo ese imaginario fue echando raíces en mi subconsciente hasta convertirse en algo con fuerza propia. En mi casa, de pequeña, había cuadros de Toulose-Lautrec en varios sitios de la casa y un póster de Aristide Bruant (un artista, performer, escritor y cantante que solía actuar mucho en los garitos parisienses de principios del S. XX) que ponía «Atistide Bruant Dans son Cabaret». Luego conocí a Kurt Weill, a Brecht, a Hollander etc… y me enamoré de todo eso. Por otra parte, el tango, que es la música más cabaretera de Argentina, era algo de todos los días en casa: mi madre lloraba con películas de Hugo del Carril, Tita Merello, Libertad Lamarque, Gardel… las veíamos en un ciclo de pelis antiguas que echaban por la tarde en la tele.
¿Recuerda cómo llegó a Weill y Brecht? ¿No debería usted haber crecido con Calamaro o Sabina?
(Risas) El ‘debería’ en este caso, no funciona conmigo… Calamaro estaba muy lejos de todo lo que me llamaba la atención, y… ¿Sabina? ¿Por qué tendría que serme familiar Sabina? Es español, y, la verdad, lo descubrí más, aquí. Aunque no me siento muy cercana a él, es interesante. Al español que sí teníamos metido en vena era Serrat. ¡Mi madre lo escuchaba a todas horas! En mi casa, mi padre nos freía el cerebro con la música clásica. De los tres hermanos que somos, eso caló en mí casi exclusivamente, a mis hermanos no les influenció tanto. Teníamos un piano y él tocaba Fauré, Chopin, Beethoven, Albéniz, Schubert, Schumann… Mis favoritos eran Chopin y Bach, pero mi padre no tocaba nada de Bach. Lo tuve que descubrir yo por mi cuenta. Yo me compraba música a escondidas con cada céntimo que caía en mis manos, y como había descubierto un programa en la radio en el que contaban la historia del rock, año por año, empecé a escuchar a Chuck Berry, Beatles, Beach Boys, Electric Light Orchestra, Rollings, Jethro Tull, Zappa, Hendrix, Led Zeppelin, Deep Purple, Pink Floyd, Cream, Dylan, Bowie, Queen, Who, Kinks etc… ¡Un poco a escondidas porque a mi padre le daba algo! Mezcla eso con tango, clásica, musicales de Hollywwod… Además, los vinilos de mis padres eran: Edith Piaf, Charles Trenet, Georges Brassens, J.Greco… Recuerdo perfectamente cómo llegué a Weill: Me había quedado a dormir en casa de una amiga y puso un cd en el que Teresa Stratas cantaba sus canciones, y me quedé enamorada de ese disco.
Se dice que a Hitler y los suyos nunca les gustó Weill. Decían que era decadente. ¿Será que La Ópera de Tres Centavos ponía sobre el tapete demasiadas verdades incómodas?
La Ópera de los Tres Centavos (o de la ‘perra gorda’ o ‘de los tres peniques’ o de ‘los cuatro cuartos’… se la llama de mil maneras), parece inspirada en lo que ocurre ahora mismo en el metro de Madrid, o en sus calles. Y así de potentes son otra de las obras de este dúo, como Los Siete Pecados Capitales y Mahagonny. A Hitler se le cruzaba todo el mundo, si eras negro, judío, artista, o lo que fuera… no le vamos a buscar explicaciones a lo que le pasaba a ese hombre tan enfermo. De hecho, locos así no llegan al poder si no se les vota u obedece. Este tipo de ‘líderes’ buscan fomentar el odio para crear la sensación de que están defendiéndose y defendiendo a otros, cuando en realidad libran sus propias batallas de persona infeliz. Lo cierto es que la gente que observa y piensa, es «inconveniente» y molesta. Si piensas por ti mismo, no podrán pensar por ti, y eso para los dictadores o manipuladores, es una putada.
Uno tiene la sensación, quizás equivocada, quizás no tanto, de que en aquellos locales de ‘mala reputación’ donde se bailaba can-can y se bebía hasta que el cuerpo aguantaba eran en realidad mucho más libres que nosotros, aunque vieran tobillos desnudos y fajas en vez de tetas de silicona… ¡Al menos eran outsiders en cierta manera! ¿Quiénes son los outsiders de ahora?
Mmm… todo esto que dices, no sé… En cada momento se hace lo que se puede para salirse un poco de la norma y descansar de la represión social del trabajo y otros grupos de pertenencia. Ahora es más difícil perderse, ya que hay cámaras en todas partes. Cada teléfono es una cámara. Los verdaderos outsiders… ¡no los conozco! Lo importante ahora es mantenerte fiel a lo que te haga feliz, y eso, amigo mío, ¡es muy outsider! Esperemos que pronto sea más común.
Y aunque a usted le venga de perlas (artísticamente) que ahora aquella ‘ópera’, 80 años después, siga tan o más vigente… ¿No es un poco triste? ¿Qué es lo que hicimos tan mal?
Es exactamente al revés. A mí no me viene de perlas. Lo que me vendría de perlas es que ya hubiésemos aprendido y que ya no hiciese falta volver a cantar o contar lo que se dijo en su momento, pero no es así: hace mucha falta. Lo asombroso es que al escuchar estas canciones, suenan como si las hubiésemos escrito ayer (u hoy). Pero no sólo hacemos canciones de hace un siglo (que, de todas formas hemos arreglado y versionado de la manera más actual), también hacemos composiciones propias. Para avanzar en la historia, creo que tenemos que cambiar el concepto de ‘bienestar’ que hemos comprado. Por ejemplo, yo amo a Marilyn Monroe, y viendo una de sus películas hace poco, se veía cómo se valoraban las joyas, el derroche, el ser ‘millonario’, y me di cuenta de que por bonito que se viera, todo aquello nos trajo a donde estamos ahora. Valoramos casi cualquier cosa que podamos palpar antes que aquello que nos hace felices y sea tal vez intangible, o ‘no-material’. La gente ve más lógico pagar 12 euros por una copa que gastarse eso mismo en la entrada a un teatro o a un concierto. Se valora más comprarse una cazadora que pasar un día en el campo o donde sea… Así que, mientras sigamos el juego que se ha planteado hace cien años, durante la revolución industrial, seguiremos en el mismo lugar. Uno ve «Tiempos Modernos» de Charles Chaplin, o «Metrópolis» de Fritz Lang, y se asombra de que estén planteando lo mismo que estamos viviendo ahora. Habrá que darse cuenta del propio poder, y empezar a cambiar las prioridades, y el estado de las cosas.
Parece que la nuestra sea la generación a la que todo se le ha servido en bandeja: sean los oropeles o las hostias. Y vamos tragando, mientras haya comida en el plato… A un argentino eso de la crisis económica y el saqueo del Estado no debe pillarle de nuevas. ¿Asistieron allí tan impasibles al desenfreno de la corrupción como aquí?
La verdad es que tanto aquí como allí, y como en todas partes, todos aguantamos demasiado. Si los gobernantes son corruptos, habría que procesarlos, y listo. Y mientras su reputación esté en entredicho, deberían de tomarse medidas para que no sigan en el poder. Ellos son simplemente administradores de nuestra riqueza. ¿Si el administrador de tu empresa estuviese bajo sospecha de estafa, lo mantendrías allí y luego le darías una jubilación de privilegio? Pues no. Todo dicho.
Volvamos a la música o acabaremos cagándonos en la remil… que los remilparió a todos… El tango también tiene una importancia capital en su espectáculo. Es curioso que en España, siendo tan copleros como somos, los Gardel, Goyeneche y compañía nunca alcanzaran un estatus verdaderamente masivo. ¿Demasiada melancolía para el espíritu jaranero de la madre patria?
Es un género que requiere algo de quien lo escucha. No es música ‘casual’. Es de un alma pesada y antigua, como el flamenco, o el blues. Son músicas con mucho peso, y letras que a veces te parten el corazón, así que es más complicado lo ‘masivo’ si hablamos de masivo como los ’40 principales’. Sin embargo, hay festivales de tango por todo el mundo, hay grandes intérpretes y hay mucho público que ha aprendido a disfrutar de él.
Aunque hay que aclarar que, en general, sus tangos tienen más de pícaros que de desgarrados. La gente se ríe de verdad con sus Historias de Cabaret…
Estas historias que contamos son TAN desgarradas que se dan vuelta a sí mismas como un guante: resultan graciosas por el hecho de que cuentan estados del corazón y la mente, en los que se llega a un extremo que resulta cómico. Como cuando ves a Charles Chaplin comiéndose su zapato porque no tiene nada más, te ríes. O a Woody Allen ser tan torpe, te ríes, también. Y es porque todos, dentro, nos sentimos un poco perdedores, o perdidos… y al ver a personajes que pasan por eso, nos sentimos reivindicados y nos reímos de lo ridícula que puede ser la vida a veces, a la vez que enorme.
Los entendidos afirman que si cantas flamenco y no tienes quejío, no importa cuántos años y esfuerzos le dediques; nunca serás un verdadero ‘cantaor’. ¿Qué se necesita para cantar el tango?
La verdad es que no lo sé. Creo que para cantar cualquiera de estos géneros populares, o sea, los que nacen directamente del pueblo, tienes que dejarte el corazón en cada palabra, y que se note. Esto prevalece por sobre la técnica. Han existido cantantes, cantores y cantaores con un hilo de voz, o con voces rotas o no educadas, pero que al escucharlos, oyes en sus palabras, una historia que va más allá de su voz o de su técnica. En la música clásica no es tan así. Siempre un intérprete que transmite será más apreciado, por so María Callas fue quien fue, pero sin técnica, no vas a ninguna parte.
Janet Klein, una enamorada, como usted, del ukelele y de las sonoridades añejas –ella más inclinada hacia los locos años 20-, nos contó una vez que no había un personaje llamado Janet Klein. Que ella vivía en su particular burbuja de discos antiguos y vestidos vintage. ¡En pleno Los Ángeles! ¿Qué hay de Pía Tedesco? ¿También anda peleada con la modernidad?
¡Para nada! ¡No estoy peleada con la modernidad, ni con nada! Pero hay que mantenerse cerca de los clásicos. Ningún escritor que se precie podría decir prescinde de leer a Dante, Shakespeare, Lorca, Cervantes, Borges…Y en la música hay tanto tan bueno, de todas las épocas, que vale la pena tenerlos en cuenta y permitirles que te toquen. ¡No sólo de ‘Cadena Ser’ vive el hombre! Tampoco existe un ‘personaje’ Pía Tedesco. Soy lo que ves. Claro, que en escena creo un personaje que vive todas esas historias de las que hablan las canciones.
Ahora presenta su disco por media España. Tire de verborrea porteña para convencer a los indecisos de que a la Tedesco hay que verla además de escucharla…
Lo que hacemos en el escenario es imposible de plasmar en una grabación porque está completamente vivo. Crece y se modifica cada noche. La banda que toca conmigo en los directos es muy potente y está formada por unos músicos tan grandes que hay que verlos para entender de qué hablo. Cada uno, en sí mismo es enorme, y cuando nos juntamos todos, es maravilloso.Son Juan Sánchez en el piano, Cuco Pérez en el acordeón, Maese Joshua Díaz en el clarinete y saxo, y José Ramón Abella en bajo y contrabajo. Además, en los directos tenemos una puesta en escena que va acompañada del diseño de luces de Juanjo Llorens y las proyecciones de Bruno Praena. A todo eso le sumas que cada concierto es único, que interactuamos con los asistentes al concierto y que nos lo pasamos en grande, ¡y ya está! ¡Nada más que decir! Si no estuviese segura de lo que digo, no lo diría. Venid y lo veréis.
¡Suerte, y al toro!
¡Bueno, al toro no, pobrecito!