Siempre es un placer cruzar impresiones con tipos como el periodista madrileño Héctor G. Barnés pero, dado su oficio, no hay muchas oportunidades de tenerle del lado del entrevistado. Niño prodigio de la prensa musical y cinematográfica –los lectores de Ruta 66 y Dirigido Por… estarán más que familiarizados con su firma- y actual hombre para todo en ElConfidencial.com, recibió de buena gana el guante que Pablo Maqueda le lanzó a través de su #LittleSecretFilm y decidió ponerse tras la cámara para rodar Kiln, un falso documental con el que rinde homenaje a una de las pasiones de su vida: el rock and roll. Y ésa ha sido la excusa para traerle a nuestras páginas y conseguir varias entrevistas en una: al director de cine novato, al crítico, al agudo observador de la realidad cultural patria…
Antes la gente debutaba con cortometrajes de dos minutos, tú vas y ¡zas!, largometraje… ¿No hay miedo?
Las reglas del juego eran así. En realidad, al principio entendí mal el proyecto y pensé que consistiría en un cortometraje, así que lo empecé a preparar de esa manera. Más tarde me di cuenta de la confusión y preparé el largometraje como es ahora, y descarté la idea inicial, que supongo que retomaré algún día. Se trataba de una historia de jóvenes amándose y bebiendo en descampados abandonados en el extrarradio madrileño. Desde el primer momento, de lo que estaba seguro es de que el miedo no tenía lugar. Si conseguía hacer algo, bien, si no, también. Es la diferencia entre trabajar así y hacerlo con un proyecto financiado, profesional, etc. donde tienes que dar la cara ante los inversores. La gracia de este asunto era el reto en sí. Y si algo tenía claro, es que no debía sufrir nadie, que bastante sufrimiento hay en el mundo. Suena un poco pretencioso, pero quería reivindicar el punto hedonista y juerguista de los rodajes. Por eso intenté minimizar los potenciales problemas de producción al mínimo. Intenté plantear el rodaje de forma completamente diferente a como sería un rodaje convencional, sin estrés, ni planes de trabajo medidos al minuto.
Un periodista musical que hace un falso documental mofándose de las estrellas de rock. ¿Es que te has encontrado con muchos Kiln por el camino? O quizá habría que formular la pregunta al revés, ¿te has encontrado con algún grupo/artista sin pose o delirios de grandeza? ¡Hasta tu querido Zimmerman!
No hay ninguna mofa hacia los personajes en la película, y si lo parece, es que he fracasado. No puedo sentir más simpatía hacia los personajes. Tristemente, me he encontrado con muy pocas bandas como Kiln por el camino, y cuando algún artista ha sido arisco (algo poco frecuente, la verdad), simplemente ha sido por una cuestión de mala educación o desgana, no por creerse una estrella del rock. La idea de la película parte de ahí: la mitología rock está en proceso de desaparición, es considerada hoy en día como un reducto del pasado. Y que eso pueda recuperarse en un hipotético futuro me resultaba bastante atractivo. De todas formas, la peor pose es la del que no tiene pose, ni discurso, ni interés. De esos hay muchos. Demasiados.
Y como el crítico de cine que eres, ¿qué dirías de ‘Kiln’? Parece como uno de esos hijos tardíos que nacen de una noche loca y una botella de Soberano, no sé si me explico…
Qué manera más sutil de decirlo. A los hijos tontos también hay que quererlos. (Risas) La apreciación de una película depende bastante del contexto en el que te es presentada, las expectativas, lo que se exige a cada cual… La verdad es que no puedo decir muy bien qué pensaría de la película si la viese. Creo que es honesta, algo que cada vez valoro más en el cine. No sé si es divertida. Tiene elementos que a mí como crítico me interesarían: el distanciamiento, la verbalidad de la película, el cambio de tono en la parte final… Por otra parte, cada vez aprecio más las obras, los discos y las películas, fallidas, casi más que las obras maestras. Ese tipo de película en la que uno puede ver a su director buscando y buscando, pero sin encontrar nada. Son películas muy pasionales, generalmente. Esta no lo es, de todas formas.
¿Va a ser verdad que detrás de todo crítico hay un artista (músico, director, pintor…) frustrado?
¡Hay un artista feliz! Yo nunca he creído en ese tópico. Más bien, detrás de todo artista hay un crítico frustrado. Tampoco es que me considere crítico. Todo forma parte de lo mismo, para mí, escribir sobre cine o música es también hacer cine o música. Además, hay un factor importante, y es la comodidad. La gente infravalora el esfuerzo que supone dirigir un corto o mantener grupo, pero exige mucho tiempo, esfuerzo, dolores de espalda y de cabeza. Escribir sobre cine o música, también, pero uno lo puede hacer sentado. Y yo estoy muy acomodado.
¿Tienes pensado dar continuidad a esto de la realización? No diremos que ‘Klin’ sea una broma, pero sí que ha sido un divertimento. ¿Qué película querrías hacer si se dieran las condiciones? ¿Tiramos más hacia Béla Tarr o hacia Christopher Nolan?
Si se diesen las condiciones, haría un musical o un ‘kolossal’, algo con muchos figurantes y coreografías. No es broma. En realidad, antes de comenzar, no estaba seguro de si iba a volver a dirigir algo otra vez, mi vida va por otros derroteros. A uno siempre le ronda por la cabeza hacer esto o aquello, pero es como comenzar a escalar una gran montaña. Llegar arriba debe ser increíble, pero cuando ves todo lo que te queda por recorrer… Por eso, cuando me propusieron lo de #Littlesecretfilm, acepté sin dudarlo. Las propias condiciones de rodaje hacían que todo fuese sencillo, y me obligaba a ponerme en marcha. Lo que tengo claro es que si hiciese otra cosa, sería algo muy distinto. El otro día hablé con Pablo (Maqueda) y le dije que ahora tocaba la película artística, que ya había hecho la chorrada. A lo mejor, para verano… Por otra parte, la disyuntiva Tarr / Nolan (que no me gusta casi nada) es un poco peligrosa. ¿Dónde está la vía del medio? ¡A mí que me den Monte Hellman!
Como cinéfilo antes que crítico, y aunque te ponga en un brete, ¿no crees hacer cine para ser visto exclusivamente en internet es un poco como escribir libros para que sean leídos exclusivamente en un Kindle? ¿Qué pensaría Meliès de todo esto del #LittleSecretFilm?
Bueno, primero habría que ver si esto es cine. Yo lo dudo mucho. Se ha quedado el nombre por pura herencia, pero hace tiempo que ya no se ve cine. Lo que proyectan ahora en la mayor parte de multisalas no es cine. Tampoco lo que se ve en televisión, eso ya lo decía Godard hacía décadas. Quizá no sean más que películas. En cualquier caso, no es un drama: el libro ha pasado por multitud de estadios hasta ser lo que es. La gente consume mucho menos cine del que se piensa. De todas formas, existe algo que está fuera de duda: a diferencia del cine que se emite en televisión, estas películas están hechas para verse en Internet, por lo que no se engaña a nadie. A Meliès, en todo caso, le parecería bien. ¿Cómo le iba a parecer mal, a él, que siempre estaba pensando en nuevos artilugios? Lo que ya no sé es lo que le parecería ‘La invención de Hugo’.
No debe quedar mucho para que Wert fulmine hasta la última subvención al cine –y a lo que se tercie-, si es que no lo ha hecho ya… Pero, me pregunto, ¿podría ser incluso positivo que en concreto al cine de este país, tan atado a los ministerios y las consejerías, se le cerrara el grifo?
Lamentablemente, para hacer cine hace falta una cantidad de dinero ingente. Aunque lo diga yo, que he hecho una película con un presupuesto de cero euros. Pero me preocupa que se puedan tomar propuestas como la nuestra como una manera de decir “¿veis, chicos? ¡Si con dos duros también podéis hacer cosas!”. La historia es que sin dinero no se hace cine, y menos ahora, que rentabilizar cualquier película es complicadísimo. Todo apunta a que habrá menos películas, pero más caras. El modelo de ‘Lo imposible’. Como suele ocurrir en muchas industrias, lo que da buena idea del estado del cine de un país, es la clase media, y esa está desapareciendo. Hace poco entrevisté a Aranoa y me decía que le estaba costando levantar su próximo proyecto. Si Aranoa no puede, que no es precisamente desconocido y que no exige grandes presupuestos, no sé quién va a poder… Otra cosa, claro, es el arte institucionalizado, sobrepagado y sin ningún interés ni bien social. Pero en ese caso estamos hablando de corrupción, directamente. Lo que la gente suele olvidar es que la mayor parte de cines nacionales, quitando Estados Unidos e India, están subvencionados hasta las trancas. Otro asunto es que sepan mejor cómo gastar el dinero…
Siguiendo con lo anterior, Carlos Vermut nos decía hace poco que no creía que las buenas ideas se estropeasen por el exceso de dinero. Podemos estar de acuerdo, pero no puede ser lo mismo crear desde un lecho de rosas que tener que pelear por tu arte… Por ejemplo, ya que la música, el rock, también es tu territorio, ¿acaso Nirvana habrían grabado ‘Nevermind’ si antes no hubiera habido un ‘Bleach’ sin apenas dinero ni medios? ¿Tendríamos un ‘Greetings from Asbury Park’ si el Boss no hubiera sido un ‘currela’ antes que músico?
Estoy totalmente de acuerdo en eso con Carlos Vermut. Ojo, creo que es completamente al revés de como lo planteas: quien vive en un lecho de rosas no es el director que tiene a su cargo una superproducción de millones de euros y que se juega su carrera en cada nueva película, sino los que manejan proyectos más pequeños y que no tendrán tantos problemas para rentabilizarse. Además, ya no hay grandes presupuestos en nada, ni en cine ni en música. Se está produciendo un movimiento curioso en el cine: gracias a la multiplicación de las pantallas, es más probable que propuestas minoritarias encuentren su público. Por cierto, Springsteen fue un currela, pero de la música: al contrario de lo que se piensa, no era un tipo que trabajase de nueve a cinco y luego tocase cada noche, sino que estaba dedicado en cuerpo y alma a la música. Lo que tampoco es reprochable, claro está.
Eso me lleva a otra reflexión, ¿tendrá relación la aparente falta de riesgo o creatividad en el artisteo contemporáneo con el hecho de que las generaciones nacidas, digamos, en la era del VHS o más adelante, en general lo han tenido todo bastante fácil?
No creo que haya falta de riesgo o creatividad. Riesgo no hay, porque en muchos casos, la gente no se juega nada que le afecte de manera personal. Riesgo era lo de Coppola y ‘Apocalipsis Now’ y ‘Corazonada’, que todavía sigue pagando treinta años después, no hacer películas como esta. Y creatividad hay mucha, demasiada, continuamente se están ocurriendo ideas muy buenas y geniales e increíbles. Somos todos muy listos. Quizá lo que falte sea un poco de madurez y, sobre todo, de gozar de la posibilidad de desarrollar una cabeza en el largo plazo, incluso de sobrevivir a los bajones (artísticos y comerciales). Hasta los directores consagrados necesitan dar nuevas vueltas de tuerca continuamente si quieren que se hable de ellos…
Que esta entrevista termine con o sin esperanza va a depender de ti… ¿podemos esperar todavía al nuevo Hitchcock? ¿al nuevo Dylan, quizá?
No va a haber un nuevo Hitchcock ni un nuevo Dylan, y cuanto antes comprenda esto la gente, mejor para ellos. El problema es que quizá ni hay nuevos Rodríguez, ni nuevos, qué sé yo, Robert Mulligan. La gente se ha vuelto loca con ‘Searching for Sugar Man’, pero discos como ‘Cold Fact’ (de Sixto Rodríguez, el protagonista del mencionado documental. NdR) hay unos cuantos en 1971. No es por menospreciarlo, pero el panorama está tan fragmentado que es imposible que vuelvan a aparecer figuras de ese calibre en dos artes incipientes como eran entonces el cine y el rock. En el cine ocurre lo mismo. Pero no hay déficit de grandes películas, sino de grandes artistas.