Las muñecas de New York se encargaron el año pasado de acallar a base de tablas y pasión los recelos y las reticencias que su vuelta a los escenarios, tras más de 30 años, provocaba entre no pocos sectores del mundillo rockero. Ya se sabe, estas reuniones nunca parecen buen negocio, al menos desde el punto de vista mitómano, y en el caso de los Dolls la sombra (ausente) del iconoThunders es más que alargada. La asignatura de los shows de revival la superaron con nota, lo que dio alas a David Johansen ySylvain Sylvain para embarcarse en un proyecto bastante más peliagudo: la grabación de un nuevo disco de estudio. Y aunque lo sensato, teniendo en cuenta que más de la mitad del line-uporiginal descansa bajo tierra, habría sido no salir al mercado bajo la marca NY Dolls , a lo hecho pecho. «One day it will please us to remember even this» («Algún día nos alegrará recordar incluso ésto») es la continuación -natural o no- de aquél «Too much too soon» , pese a quien pese, y es un estupendo y completísimo disco de rock and roll.
Los Dolls del siglo XXI ya no suenan peligrosos ni sucios.Johansen y Sylvain son conscientes de que impostar actitudes y sonidos pasados es un pasaporte directo hacia el ridículo, y se han limitado a grabar las canciones que les pedía el cuerpo a sus 50 y bastante años. No faltan los ecos del pasado – «Dance like a monkey» y «Fishnets and cigarettes» evocan a «Stranded in the jungle» y «Personality crisis» , respectivamente-, pero si hay algo en lo que el tiempo a corrido a favor de las muñecas es en la profundidad que se aprecia en su sonido actual. Los años han llenado la voz de David de matices negroides, y no hay por qué dudar a la hora de afirmar que ahora canta mucho mejor que en el 75. De ello da buena cuenta en medios tiempos como «Plenty of music» o «Ain’t got nothing» en los que sus cuerdas vocales respaldan, con los galones que dan el alcohol y la vida al límite, textos que hablan de nostalgia y de las muchas fiestas pasadas. Pero que nadie se lleve a engaño, porque estos revoltosos cincuentones no han vuelto sólo para cantar a la luz del piano.«Runin’ around» o » Gimme luv and turn out the light» son el tipo de canción que los Stones nunca volverán a grabar; «Punishing World»es punk neoyorquino pata negra, y «Gotta get away from Tommy»tiene toda la frescura power-pop que la mayoría de las bandas actuales pierden en cuanto los dólares comienzan a rellenar su pozo de los deseos. Para expresarlo en román paladino: los New York Dolls han condensado en 50 minutos y 14 canciones todos los palos derivados de ese rock vacilón y fiestero que les vio nacer, pero con la experiencia y el escepticismo de quienes las han visto de todos los colores durante estas últimas tres décadas. No hay más que ver la cara de hermano crápula de Mick Jagger que se le ha quedado a David Johanssen para saber que esta gente ha vivido a fondo, apurado cada trago, y quemado muchas millas.
«One day…» es la gloriosa excepción a esa regla que dice que reencuentros y reuniones nunca salen bien. Quizá el no tener más pretensión que hacerlo una vez más por los viejos tiempos y por los amigos ausentes haya sido la clave del éxito de esta aventura.Thunders , Kane y Nolan estarán bailando al son de «Rainbow Store» o «We’re all in love» allá donde estén, felices por ver que sus compañeros no les han fallado ni han vendido su leyenda por cuatro cochinas monedas.